miércoles, mayo 21, 2008

Lobos, Argentina.

Durante un invierno vivimos en Lobos. Debía arreglar algunas situaciones y trabajé en el hotel familiar durante unos meses. Ella no quería hacer nada y pasaba mucho tiempo en la cama. Empezó a pedirme cocaína y acepté, como hubiera aceptado cualquier otra cosa. Tenía amantes, y me hablaba de eso. Yo intentaba seguir con la vida de todos los días, pero estaba a la deriva en una marea de sinceridad, celos, apoyo, y cinismo. Por las noches mirábamos películas tomando café, con titas o rodhesias, al envoltorio amarillo y rojo de las titas lo enrollábamos para tomar y con el papel metalizado cerrábamos las bolsas. Algunas noches, no quería ir a casa, me quedaba dando vueltas en auto por un pueblo vacío, a las nueve y media de la noche.

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