miércoles, mayo 21, 2008

Arequipa, Perú.

Ella trabajaba en una juguetería, a dos cuadras de la facultad donde estudiábamos. Yo iba a buscarla a la salida, o al mediodía, y tomábamos un helado en el patio de la facultad. Durante todo el primer mes de ese otoño no hubo ni una nube. Ella pedía crema del cielo, o menta, todo el helado entero de un solo gusto y usaba pantalones rosa, con borceguíes, o unas zapatillas blancas con rojo, y por las noches minifaldas. La mayor parte del tiempo la besaba o la escuchaba hablar. Me ponía sobrenombres, cosas que quedaban en mi cabeza durante el resto de los días.

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