lunes, octubre 17, 2011

La Plata, Argentina




Ella sintió un brote místico. Su tendencia a la depresión y una minuciosidad extrema provocaron la obsesión con el castigo divino y las posibilidades de ir al infierno tras la muerte. Yo era devoto y la seguí. Pasábamos días enteros acostados recitando alabanzas mientras cogíamos. Penitencia, ayunos, vino. Nos golpeábamos con una fusta hasta sangrar y eso fue pronto parte de nuestras prácticas sexuales. Nos emborrachábamos y ella lloraba, sintiendo que todo era una maniobra de Dios para poder juzgarla. Las depresiones eran cada vez más fuertes y las penitencias más largas. Su hermana daba yoga. Ella se elevaba por medio del miedo y la redención.

3 comentarios:

ana dijo...

que alegria!

Unknown dijo...

Ay Dios mío

Unknown dijo...

je, vos sos de la plata no?