las ratas se despiertan mientras dormis, e imitan el avance de la necesidad. Mi voz vuelve a su hambre tras engendrarla, copula con piedras que surgen de muros rojos: el corazón roe sin conocer su saqueo; lengua desollada, escofina. Yacemos en la médula más profunda de la tierra, y escuchamos el aliento de los ángeles. Crece la aridez en nuestros huesos. Donde quiera que la noche haya hablado, hijos nonatos rondan el vacío interestelar.
Quien dijo que escribías como Paul Auster tuvo razón.
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las ratas se despiertan
mientras dormis, e imitan
el avance de la necesidad. Mi voz vuelve a su hambre
tras engendrarla, copula con piedras que surgen de muros rojos: el corazón roe sin conocer su saqueo; lengua desollada,
escofina. Yacemos
en la médula más profunda
de la tierra, y escuchamos
el aliento de los ángeles.
Crece la aridez en nuestros huesos.
Donde quiera que la noche
haya hablado, hijos nonatos
rondan el vacío interestelar.
Quien dijo que escribías como Paul Auster tuvo razón.
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